viernes, 22 de abril de 2011

El Santísimo Cristo a la Columna bendijo, con sus manos atadas, a su Villa de La Orotava.

La Venerable Esclavitud del Santísimo Cristo a la Columna, logró culminar en la noche de ayer, otro Jueves Santo para la historia. La venerada imagen del Señor de la Orotava, acompañado de la Santísima Virgen de Gloria, San Juan y Santa María Magdalena, procesionó por la Villa de La Orotava, logrando completar su recorrido con éxito, después las malas predicciones que se barajaban.

El Jueves Santo se torcía con el regreso de la Hermandad de la Vera Cruz a su templo, nada más salir, y en la Parroquia de San Juan Bautista, el temor a que tampoco pudiera salir la procesión más esperada de la Semana Santa crecía por momentos. El cielo estaba extraño, por un lado sol y por otro pequeñas gotas de agua, así que cualquier conjetura que se hiciera no cobraba mucho sentido, había que esperar a la hora de la salida.

Y la hora llegó, y a las 10 de la noche, el cielo presentaba claros y nubes, pero afortunadamente sin rastro de lluvia, así que el estandarte de la Esclavitud del Cristo se puso en la plaza, y la inagotable fila de esclavos comenzaba a salir del templo del Farrobo. El entorno se encontraba abarrotado de fieles esperando la salida del Señor de la Columna, imagen devocional de nuestro pueblo que durante siglos ha recogido las oraciones y ruegos de muchas generaciones de orotavenses.

Santa María Magdalena abrió, como de costumbre, el cortejo procesional luciendo su manto y capas rojos oscuro y galón de encaje de plata, uno de los dos atuendos de salida que posee esta imagen. El exorno floral que presentaba estaba hecho sólo de rosas rosadas. De cerca le seguía San Juan Evangelista, que este año llevaba su traje verde oscuro, con capa del mismo color, y galón dorado, enramado para esta ocasión con rosas anaranjadas. Al son de los tambores, bajo el arco del pórtico sanjuanero, se presentaba a su pueblo el Santísimo Cristo a la Columna, sobre su trono de plata y ornamentado con los clásicos anturios rojos, de tonalidad oscura, una flor que hace algunas décadas llevaba siempre en su trono en Semana Santa, pero que ya hacía más de quince años que no se le ponían. Los anturios estaban combinados con cardos, otro clásico del trono del Señor de hace muchas décadas. La imagen de la Santísima Virgen de Gloria, una de las Dolorosas más admiradas de nuestra Semana Santa, lucía gladiolos blancos con rosas blancas, el puñal de plata y oro y su corona de salida.

Durante su largo recorrido, más de tres horas, hubieron muchísimos momentos intensos y emotivos, como el canto de las malagueñas en los diferentes puntos ya establecidos hace varias décadas. Otro momento para recordar ha sido ver la procesión discurrir por la calle Tomás Pérez, apareciendo la imagen del Cristo por un lateral del Ayuntamiento al son de la magnífica “Madrugá” de Abel Moreno. Como siempre la entrada a la Plaza bajo los sones de Tosca ha sido el momento más solemne de la procesión. Un hecho histórico ha sido la interpretación de la marcha “Santísimo Cristo a la Columna” de José Mesa Cabrera, una marcha que nunca antes se le había tocado el Jueves Santo, ya que se había quedado para la entrada de la imagen en su templo en la festividad del mes de julio, y que este año, a petición de la Junta de Gobierno de la Esclavitud, ha podido ser escuchada durante este señalado punto del recorrido.

Es de destacar la gran cantidad de personas que se agolparon en las aceras durante todo el discurrir de la Esclavitud, desde la salida hasta la entrada en el Templo. Una entrada que se produjo bajo una fina lluvia que comenzó a descender desde el cielo villero cuando la imagen del Cristo se encontraba muy cerca de la Plaza de San Juan, apunto de entrar, y que aceleró un poco el final de la procesión. Con eso y todo, la Hermandad cumplió con su horario habitual, ya que a la 1,30 de la madrugada cruzaba de nuevo el arco de entrada la Virgen de Gloria, esta vez, en dirección al presbiterio.

Finalmente el Señor de la Villa pudo procesionar, con incertidumbre y mirando al cielo, pero sin contratiempos, completando una maravillosa y solemne procesión, que es sin duda la que más fieles congrega y una de las más solemnes de la Isla.

I. G. S.