Hoy es Miércoles de Ceniza. Al caer la tarde, el mundo cristiano dará la bienvenida en cada una de las iglesias y templos del mundo, a los cuarenta días más trascendentales de la liturgia católica, la Cuaresma.
El acto penitencial de la imposición de la ceniza, y el velo negro que cubre el presbiterio nos anunciarán a todos que la preparación ha comenzado. Los días Santos están cerca, el Triduo Pascual se avecina, la Semana Santa es ya una presencia inminente.
El mundo cofrade de la Villa de La Orotava, vivirá durante esta jornada, el pistoletazo de salida a una actividad que, a partir de ahora, se volverá frenética. Los cultos cuaresmales que viviremos próximamente, y que nos moldean el ánimo para vivir intensamente los misterios de la Redención, se combinan con un sin fin de tareas y cometidos que se suceden sin demora y sin tregua, en la retaguardia de cada una de las parroquias de nuestro municipio.
Por las sacristías y camerinos convivirán en armónico diálogo la plata y el pan de oro, la seda y el terciopelo, incensarios y navetas, ciriales y cruces de mangas, dalmáticas y casullas, alfileres e imperdibles, encajes y galones, pelucas y enaguas... Las semanas pasarán a contrarreloj, sin respiro para los que, enfrascados en tan gratificante trabajo, ultimamos y mimamos hasta los más nimios detalles, para que todo esté apunto y perfecto.
Esta trastienda de los templos contrastará en simbiosis perfecta con la sobriedad y la aparente tranquilidad de las naves del interior. En ellas encontraremos un clima de oración ante Calvarios o Cristos crucificados. Los ejercicios espirituales, los vía crucis parroquiales y los diversos actos penitenciales programados para estas semanas, serán la antesala solemne a la Semana Grande de la Villa de La Orotava. Cristo en su Buena Muerte, salido de la gubia del maestro Ezequiel de León, será el primero en tomar nuestras calles. El primer impacto, el primer mensaje claro, se nos hará presente desde el templo matriz. También en Santo Domingo, el cuerpo en inerte y clavado de Jesús en sus Tribulaciones nos pondrá sobre aviso del gran acontecimiento que está por venir. Para luego dar paso a un Jesús victorioso sobre la muerte, Salud desde San Juan y Perdón desde San Agustín, ambos Resucitados, perdonando y dando consuelo al mundo, un mundo que necesita de un Padre más que nunca.
Villeros cofrades, arranca la Cuaresma, o lo que es lo mismo: empieza el trabajo. Que disfrutemos todos de él, que nos preparemos como cristianos comprometidos a celebrar la llegada de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Detrás de estas semanas nos espera el aroma del incienso en nuestras calles, el redoble del tambor tras un paso, la predicación de los sacerdotes en las solemnidades... Nos esperan el Mandato del Amor, los Azotes del Pecado, las caídas camino del Calvario, la angustiosa Oración en Getsemaní, la dolorosa despedida del Entierro, y la Soledad de una Madre rota por el dolor y el sufrimiento de su Hijo.
Pero antes, la Cuaresma. Que pase, que entre, que nos invada y que nos prepare.
I. G. S.
El acto penitencial de la imposición de la ceniza, y el velo negro que cubre el presbiterio nos anunciarán a todos que la preparación ha comenzado. Los días Santos están cerca, el Triduo Pascual se avecina, la Semana Santa es ya una presencia inminente.
El mundo cofrade de la Villa de La Orotava, vivirá durante esta jornada, el pistoletazo de salida a una actividad que, a partir de ahora, se volverá frenética. Los cultos cuaresmales que viviremos próximamente, y que nos moldean el ánimo para vivir intensamente los misterios de la Redención, se combinan con un sin fin de tareas y cometidos que se suceden sin demora y sin tregua, en la retaguardia de cada una de las parroquias de nuestro municipio.
Por las sacristías y camerinos convivirán en armónico diálogo la plata y el pan de oro, la seda y el terciopelo, incensarios y navetas, ciriales y cruces de mangas, dalmáticas y casullas, alfileres e imperdibles, encajes y galones, pelucas y enaguas... Las semanas pasarán a contrarreloj, sin respiro para los que, enfrascados en tan gratificante trabajo, ultimamos y mimamos hasta los más nimios detalles, para que todo esté apunto y perfecto.
Esta trastienda de los templos contrastará en simbiosis perfecta con la sobriedad y la aparente tranquilidad de las naves del interior. En ellas encontraremos un clima de oración ante Calvarios o Cristos crucificados. Los ejercicios espirituales, los vía crucis parroquiales y los diversos actos penitenciales programados para estas semanas, serán la antesala solemne a la Semana Grande de la Villa de La Orotava. Cristo en su Buena Muerte, salido de la gubia del maestro Ezequiel de León, será el primero en tomar nuestras calles. El primer impacto, el primer mensaje claro, se nos hará presente desde el templo matriz. También en Santo Domingo, el cuerpo en inerte y clavado de Jesús en sus Tribulaciones nos pondrá sobre aviso del gran acontecimiento que está por venir. Para luego dar paso a un Jesús victorioso sobre la muerte, Salud desde San Juan y Perdón desde San Agustín, ambos Resucitados, perdonando y dando consuelo al mundo, un mundo que necesita de un Padre más que nunca.
Villeros cofrades, arranca la Cuaresma, o lo que es lo mismo: empieza el trabajo. Que disfrutemos todos de él, que nos preparemos como cristianos comprometidos a celebrar la llegada de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Detrás de estas semanas nos espera el aroma del incienso en nuestras calles, el redoble del tambor tras un paso, la predicación de los sacerdotes en las solemnidades... Nos esperan el Mandato del Amor, los Azotes del Pecado, las caídas camino del Calvario, la angustiosa Oración en Getsemaní, la dolorosa despedida del Entierro, y la Soledad de una Madre rota por el dolor y el sufrimiento de su Hijo.
Pero antes, la Cuaresma. Que pase, que entre, que nos invada y que nos prepare.
I. G. S.