Era un día doce de febrero de 1981, cuando tras meses de trabajo, un grupo de fieles junto a su párroco, el Rvdo. Jacinto Barrios Acosta, reconstituyeron la antiquísima cofradía de la Santa Vera Cruz y Misericordia, que tanto bien había hecho en el municipio y que tanta fe había sembrado en el seno de esta Villa. En esa misma asamblea fundacional fue nombrado primer hermano mayor de la institución, uno de sus mayores defensores e impulsores, el Dr. Buenaventura Machado Melián, que llevaría marcado en todos los ámbitos de su vida el valor de la misericordia cristiana.
En el 2011, treinta años después, también un doce de febrero, la Villa se dio cita en el templo matriz, a los pies de la centenaria imagen del Santísimo Cristo de la Santa Vera Cruz y Misericordia para celebrar el “Banquete Santo”, la actualización sublime del Misterio Pascual de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor. Un templo repleto de fieles que fue clara muestra de la profunda raigambre de fe en Jesucristo, Señor de la Misericordia, existente y viva hoy en este pueblo que siente y manifiesta el gozo de la presencia de Dios.
Doce de febrero emotivo, doce de febrero diferente, doce de febrero para recordar y para dar gracias… doce de febrero para retomar fuerzas y para arraigar nuestra fe en Cristo crucificado… Un doce de febrero en el que nuestro primer hermano mayor estuvo con nosotros, pero esta vez unido a la plenitud del Padre, por quien vivió y por quien luchó en su camino terreno; un doce de febrero con numerosos hermanos refundadores que también han partido al encuentro con el Señor y que recordamos en cada una de nuestras familias, un doce de febrero que nos hace ver los retos de esta nueva época que lleva consigo el afianzar y evangelizar a contracorriente, pero también un doce de febrero joven y con visos de futuro, un día de acción de gracias a Dios y de esperanza con las nuevas generaciones que llenan las filas de la cofradía. Treinta años de camino de fe en torno a la Cruz de Cristo, que es Misericordia… tarde de emociones, tarde histórica, y tarde que abre un año importantísimo para esta cofradía.
Que tomando el testimonio de nuestro pasado y viviendo con plenitud el significado del Misterio del Sacrificio Pascual de Cristo, que nos rescató de modo único, perfecto y definitivo, y nos abrió a la comunión con Dios, seamos testigos vivos de su Buena Noticia de Misericordia.
J. R. A.
En el 2011, treinta años después, también un doce de febrero, la Villa se dio cita en el templo matriz, a los pies de la centenaria imagen del Santísimo Cristo de la Santa Vera Cruz y Misericordia para celebrar el “Banquete Santo”, la actualización sublime del Misterio Pascual de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor. Un templo repleto de fieles que fue clara muestra de la profunda raigambre de fe en Jesucristo, Señor de la Misericordia, existente y viva hoy en este pueblo que siente y manifiesta el gozo de la presencia de Dios.
Doce de febrero emotivo, doce de febrero diferente, doce de febrero para recordar y para dar gracias… doce de febrero para retomar fuerzas y para arraigar nuestra fe en Cristo crucificado… Un doce de febrero en el que nuestro primer hermano mayor estuvo con nosotros, pero esta vez unido a la plenitud del Padre, por quien vivió y por quien luchó en su camino terreno; un doce de febrero con numerosos hermanos refundadores que también han partido al encuentro con el Señor y que recordamos en cada una de nuestras familias, un doce de febrero que nos hace ver los retos de esta nueva época que lleva consigo el afianzar y evangelizar a contracorriente, pero también un doce de febrero joven y con visos de futuro, un día de acción de gracias a Dios y de esperanza con las nuevas generaciones que llenan las filas de la cofradía. Treinta años de camino de fe en torno a la Cruz de Cristo, que es Misericordia… tarde de emociones, tarde histórica, y tarde que abre un año importantísimo para esta cofradía.
Que tomando el testimonio de nuestro pasado y viviendo con plenitud el significado del Misterio del Sacrificio Pascual de Cristo, que nos rescató de modo único, perfecto y definitivo, y nos abrió a la comunión con Dios, seamos testigos vivos de su Buena Noticia de Misericordia.
J. R. A.