Con la llegada de la primera quincena de agosto, muchas devociones en nuestra Villa se nos vienen a la cabeza, llámense San Cayetano, Santo Domingo de Guzmán o Santa Clara de Asís, pero de entre todas, para muchas personas, sobre todo de la Villa de Arriba, la devoción a San Lorenzo Diácono y Mártir, al San Lorenzo de piedra, se vive de una forma ciertamente más especial.
Desde que a principios del siglo XX se encontrara por casualidad el primitivo San Lorenzo, escultura pétrea que perteneciera a la fachada del palacio de Bartolomé Benítez de Lugo, cuando se hacían tareas de labranza en los huertos de la hacienda, siempre ha causado en lo más hondo de la piedad popular una especial veneración, reflejada, antes más que ahora, en muchas promesas de flores, cera o aceite, pero sobre todo en las continuas visitas que recibe durante su día, el 10 de agosto. Calando de tal manera en la sociedad villera, que puede considerarse como una tradición más de cuantas poseemos, y de la cual tenemos que hacer alarde de rescatar y enaltecer, para poderlo legar a generaciones venideras, como hecho singular y entrañable.
La devoción a San Lorenzo Mártir, si bien fue una devoción particular de don Bartolomé Benítez de Lugo, según nos ha llegado hasta nosotros, que dicho hacendado tuvo una serie de sueños a comienzos del siglo XVI, en los cuales en reiteradas ocasiones, se despertó sobresaltado por incendios oníricos que se acercaban a él, o que se prendía su cañaveral, pero que invocando a San Lorenzo vio como lo sofocaba el santo que muriese asado en la parrilla, todo esto le llevó a edificar la ermita en su honor en 1510 y luego en 1519 a fundar el convento de manos de los padres franciscanos; se fue convirtiendo en una devoción importante para la comunidad franciscana de nuestra localidad, de hecho fue una de las imágenes que presidió el altar mayor de dicho convento junto a la de San Francisco de Asís y a la de Ntra. Sra. de la Caridad.
Hoy día, se puede considerar que ha entrado en declive esta devoción, que es histórica en La Orotava, ya que un factor predominante y que le afecta sobremanera mente es su carácter privado, puesto que pertenece a los propietarios de la vivienda que lo acoge, pero también aspectos tales como su poca difusión o el enclave en el que está situado. Sin embargo, las autoridades locales, en estos últimos años, han intentado mediar para disponer a que San Lorenzo se colocase en la pared de Los Lavaderos de la Calle San Francisco, para que así, pueda ser venerado, para que villeros y foráneos disfruten de un patrimonio que sentimos que es de todos, y del cual estamos siendo privados, pero ello no ha dado los frutos esperados.
Desde aquí animar a todos a que el próximo día 10 visiten y honren la memoria de San Lorenzo, santo protector que fue del cenobio franciscano de La Orotava, y que como cada año, espera la visita de sus fieles devotos, en su hogar de la Calle San Francisco, por debajo de Los Lavaderos. Que Él nos brinde su protección, y que esta tradición que radica en el sentir del pueblo no se pierda nunca.
G. C. H.