La Orotava, desde los inicios de su Historia, ha dado
sabidas muestras de su madurez y elegancia rindiendo un culto especialmente
digno a Jesucristo, Dios y Hombre verdadero y realmente presente en el Pan
Eucarístico, pan de ángeles, “celestial medicina”, como la definiera Francisco
Guerrero. A Él, de quien “toda lengua proclame el sublime misterio”, según
palabras de Santo Tomás; a Él, ante quien “toda rodilla se doble en el cielo,
en la tierra, en el abismo”, comenta el apóstol Pablo; a Él, sumo Dios, palabra
encarnada; a Él, sólo a Él, se doblega La Orotava, se rinde y somete. A su
imperio de amor consagra la Villa sus flores más bellas, sus plegarias más
fervorosas, sus días más claros. A Él, amor de los amores, La Orotava ha
querido darle lo mejor que tiene: sus mejores obras de arte, la plata de sus
andas, las flores de sus jardines, el corazón de los villeros deshojado en lágrimas
como una rosa fragante y hecho alfombra. A Él, verdad de verdades, ha querido
esta Noble Villa dedicar sus parroquias más importantes con flamantes
tabernáculos. A Él, principio y fin, la
Orotava se entrega a sí misma, como se entregó Él para nuestra redención y gozo
en el Calvario.
A Él, prenda de prendas preciosas, la Orotava corresponde
con bellos tapices de arenas naturales, como queriendo mostrarle al mismo
Cristo cuán generoso fue el Padre cuando, en el principio de los tiempos, creó
ese Teide imponente como guardián del Valle que hizo a Alexander von Humboldt
desvanecerse ante tanta belleza. A Él, luz de luz, enseña la Orotava sus teas,
sus adoquines, su fragancia a brezo tostado, a retama. A Él, Dios escondido,
tañen los templos de la Villa sus
campanas para anunciar la más solemne de sus solemnidades. Toda tuya, Jesús
Sacramentado; toda tuya, María Santísima, es esta Villa, agradecida de la
belleza con que la colmaste, los dones de la que las revestiste, la fe que le
enciendes. Tuya y de nadie más, por los siglos de los siglos hasta que vuelvas.
¡Bendito y Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar!
¡Sea por siempre bendito y alabado!
E. D. G.