Qué claridad, de qué altura
abre tu cuerpo a su paso.
Ningún finisimo vaso
contuvo tanta hermosura.
¡Todo es alfombra, blandura
para tu planta dolida!
¡Viril en que va escondida
la gracia que a su gloria suena!
¡Qué primavera nos llena
con tu presencia, la vida!
¡Qué primavera nos llena
con tu presencia, la vida!
¡Qué celestial sacudida
dentro del alma resuena!
¡Mirándote, vena a vena,
en ti la sangre se clava!
¡Todo en tu Corpus te alaba,
cuando blanca de alegría,
va besando, Eucaristía,
los ojos de La Orotava!
Francisco Montero Galvache. (Cádiz, 1917 - Sevilla, 1999)