por muy reales que sean;
y aunque sean de los astros,
las pupiles queden quietas:
que no pase nadie, ciego,
aunque ebriagado lo crean
todas las flores, haciendo
su alma de pura seda.
Oliendo a rosas y a brezo
y retama y a violetas
como está la Villa entera,
el Valle entero, sin flores,
por embriagarse se queda;
y la Villa toda está
ciega, tapada por ellas.
G. Siverio. Romances del Valle [fragmento]